jueves, 19 de junio de 2014

Absurdas aventuras de amor

Él, ¿él?, Nosotros. Pero hablemos de él. La persona por la cual siento amor. ¿amor?
Sí, amor. Esa hipérbole absurda que nos vuelve idiotas. Como cuando el sol se encuentra con el mar, en un atardecer en la playa.
Pero él, él es lo fundamental, esos marrones ojos que veo en este instante. ¡Para! ¿estoy soñando? O...¿Imaginando? Sueño, deseo (tenerte), imaginación, falsa ilusión (amor)
Pero ¿que más da? Yo te quiero, perdón mis modales, yo te amo, pero no nos apresuremos, el cosmos es infinito (o eso creo) ¿cuando se termina el cosmos? ¿cuando yo quiero? O... ¿cuando él quiere? ¿qué más da? Este cosmos ¿infinito? Recién comienza.
¿Inspiración? Sí, en este momento me la das, sos mi musa, mi inspiración (valga la maldita redundancia).
Ahora que lo pienso, nosotros tenemos nuestra redundancia, pero es una redundancia cambiante, entonces esta redundancia, ¿es redundante?
Absurdo, absurdo el hecho de que siempre le escribo al amor y no al odio, y al resentimiento a otras personas que aparecieron e hicieron que el cosmos no sea infinito, pero en realidad, no me importa. Exagerado el hecho del odio y resentimiento, solo indiferencia.
Perdón, ¿de que hablaba?, ¡A si! De él.
Él a quien apenas estoy conociendo, formando la primera partícula del cosmos, que luego será estrella, luego nebulosa, y luego galaxias y miles y miles de galaxias.
¿Tan cursi y estúpida te vuelve el amor? Cursi, que palabra tan cursi, y volvemos a la redundancia, para no serlo. Quería decirte, yo te quiero, perdón mis modales, yo te amo. ¡Ay! ¡Pero que estúpida soy! Volví a la redundancia, ¿Ves que el amor (digo el cosmos) te hace idiota?
Pero yo quiero ser esa idiota que está entre tus brazos y entre tus labios, que cada beso me inspira (porque sos mi musa), me absorbe, consume mi esencia hasta casi apagarla y luego cuando ese fuego renace, renace más fuerte, como lo hace el fénix en su ciclo de vida y... ¿Muerte?, ese fuego al que llaman pasión.
De pronto estoy junto a él en el parque, mirándolo fijamente (mientras me sonrojo) y recuerdo que estaba junto a él, y en ese instante...
Me despierto a mi misma diciéndome "¿Otra vez te ha vuelto idiota el amor?"
A lo que respondo...
Sí, pero esta vez...
Vale la pena.

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