sábado, 14 de julio de 2018

Germinius - Parte 4

El mundo era nombrado ``Perversum´´, era oscuro y áspero al tacto, allí había un monstruo grande, con espinas y escamas que lo rodeaban por completo este tenia sed de sangre, su nombre era Gustav, tenia unos ojos grises y piel pálida. El se acerco a nosotros y nos olio como si fuésemos comida recién echa para el. Un presentimiento me tomo por sorpresa y lentamente por alguna razón comprendí que tenia que agarrarla a Liz y correr.
Era un bosque oscuro, lleno de arboles oscuros y muertos, sus hojas eran negras y las ramas secas; corrimos por nuestras vidas desesperados. Gustav alcanzo mi pie y me arrastro hacia el por el barro y la tierra. Necesitaba salvar a Liz, a ese punto ya mi vida no me importaba, aun así Liz, valiente y heroica, subió a un árbol alto y como si fuese un mono salvaje corrió por las ramas lanzándose a Gustva, pudiendo así clavar la espada directo en el ojo. Gustav cayo casi sobre mi, al sentir que no me agarraba mas pude correrme justo a tiempo. Liz cayo encima mio raspándose bastante y toda cubierta de sangre.
Paso un tiempo al darnos cuenta que no habíamos vuelto al castillos, asustados nos abrazamos creyendo que habíamos hecho algo mal, pero al momento de nuestros brazos entrelazarse sentimos como desaparecíamos de aquel lugar y reaparecíamos en el castillo.
Al llegar finalmente, Liz sangraba desesperadamente por la nariz, la señora se acerco, coloco su mano en la frente de Liz y la curo; Nos dio una espada a mi y a ella un cuchillo y nos dijo que deberíamos enfrentarnos a nuestro ultimo destino. Yo tenia miedo, rabia y me sentía confundido, no quería que Liz sufriera mas.
Nos metimos en los dos últimos pilares, el mundo se llamaba Germinius, un castillo enorme, en realidad era el mismo donde estaba la señora, pero construido y en buen estado. Allí Liz vio a una chica de blanco, algo contrario a ella. Cuando nos acercamos sigilosamente sin que la niña se de cuenta fue nuestro asombro notar que que realidad era otra versión de Liz. Nos acercamos por la espalda, a hurtadillas y atajandonos por si algo sorpresivamente nos atacaba, fue cuando la niña se dio vuelta y se quedo estupefacta mirándonos con una paz que nos ponía nerviosos. Estaba confundido pero Liz no, fue allí cuando ella me abrazo y llorando me dijo en susurros que sea feliz. Por alguna razón sentí que ella sabia lo que debía hacer y yo debía dejarla. Su misión todo este tiempo fue morir, ella en cada pilar debía morir, y en Perversum no habia pasado.
Ella me sentó contra una pared y me dio un beso cálido en la frente, su ultimo beso. Se dirigió contra su otra ella y se enfrentaron. Por lo contrario, su nombre era Luz, blanca como la nieve, géminis, su otra cara, la tierna y la clara, la otra cara de Liz, la que lucho internamente todo este tiempo para salir, pero la vida jamas dejo.
Yo estaba paralizado y cada golpe que Liz recibía era un golpe a mi. Liz no podía matarla ya que Luz era mas fuerte, es por ello que Liz decidió terminar con su vida; Agarro su cuchillo y se lo clavo directo en el corazón, era su decisión. Fue cuando una luz blanca desprendía de Luz y una oscura de Liz, llenaron todo el lugar desmayandome y logrando que horas mas tarde despertara en la casa en ruinas, en el presente, pero sin Liz. Pude salir por una ventana que dirigía a un cementerio privado, allí yacía la tumba de Liz, lo curioso es que sus fechas databan hacia muchos años, como si jamas hubiese existido una Liz en la actualidad.
La noche caía lentamente mientras volvía a casa, lastimado, sangrando y llorando apenas dejándome ver el camino, algo en el mundo faltaba, era su presencia, su existencia. Al llegar note que todo habia cambiado de alguna forma, o por lo menos para mi, nadie la conocía y era como si esto 18 años no hubiese existido jamas, nuevamente habia cambiado el tiempo y el espacio.
Ahora cada vez que miro al cielo despejado logro ver la constelación de Géminis y es allí cuando se que ella esta cuidándome desde algún lugar, feliz de haber salvado al mundo, de haberme salvado... a mi.

Germinius - Parte 3

Luego de sentir una fuerte energía poderosa, abrimos los ojos y lo primero que note era que Liz estaba sangrando una vez mas. El mundo tenia como nombre ''Mortem'' y allí tendida en el suelo se encontraba una muchacha de pelo negro llorando desconsoladamente. Habíamos viajado al futuro de ese pasado en el que nos encontrábamos, sin embargo en nuestra vida es era el pasado de nuestro presente que realmente conocíamos día a día. Era ella, Liz, y Lucius, un viejo amigo que la habia salvado y habia perdido la vida por ella. Liz empezó a sentirse muy mal, esa escena se repetía una y otra vez como un bucle infinitamente infinito y tanto la angustia como la culpa la consumían poco a poco.

Su misión era salvar a Lucius, aunque esto llegara a implicar dejar morir a la Liz del pasado. Liz paro el tiempo tan fácilmente como si se tratara de apretar un simple botón, todo quedo paralizado, quieto, sin la presencia de un alma, excepto las nuestras. Liz se acerco a ella y se puso a pensar detenidamente, que podría hacer para salvarse ella y Lucius, en realidad mucho no podía ya que no podía mover los cuerpos para dejar libre a que la muerte los pasara por encima. Me miro con cara de extrañada y le dije -''¿Y si le atas los cordones de una zapatilla a la otra?'', ella sonrió casi apenada y con lagrimas en los ojos lo hizo, al levantarse abrazo el cuerpo petrificado de Lucius y lo acaricio llorando, le pidió perdón y le dijo que lo extrañaba, que lo necesitaba, en mi vida sentí tanto vació en mi como en ese instante, sentí su tristeza.

Nos alejamos de la escena y vimos como todo corría en tiempo real, como si se tratase de un video. Vimos a lo lejos como aparecía una mini van de color blanco brillante que se dirigía directo a la Liz del pasado, para cuando Lucius se percato de que tenia las zapatillas atadas la pequeña Liz ya estaba en el piso ensangrentada.

Una luz recorrió todo el lugar y en un abrir y cerrar de ojos estábamos nuevamente en el castillo. Allí nos esperaba pacientemente la señora del vestido quien le dijo a Liz que estaba haciendo las cosas bien, mientras yo internamente me preguntaba si ''Hacer las cosas bien'' constaba de dejarla morir una y otra vez. Esta señora encantadora, nos dios dos espadas, Liz me miro, con los ojos llorosos y cada vez mas pálida, sin vida, me llevo delante de un nuevo pilar, con miedo se puso a mi lado, me tomo de la mano y atravesamos ese lumbral color blanco incandescente que nos rodeo hasta desaparecer.

viernes, 13 de julio de 2018

Germinius - Parte 2

Llegamos a dicha casa, yo me acerque al porto para simplemente investigar, y Liz estaba mirando el buzón que tenia correspondencia dentro, ella abrió el buzón y dentro había otro sobre para ella.

Liz se acerco a mi, y logramos visualizar que el portón podría llegar a estar abierto, así que comenzamos a empujar fuertemente ya que este estaba medio caído y se raspaba con el piso. Cuando logramos entrar al terreno, caminamos por un pasillo enorme de arboles, era hermoso y bastante mágico para ser realista. Llegamos al frente de la casa y era bastante antigua, la puerta estaba entornada, así que entre yo primero preguntando y rogando que no haya nadie.

Al entrar esta tenia la mayor cantidad de muebles tapados con sabanas blancas, extrañamente en buen estado, era como si hubiese un aura de cuidado y paz total de la puerta para adentro.

Ella sabia que algo ocurría, que estaba conectada de alguna forma a todo esto; Estuvimos un buen rato en la casa investigando, observando, hasta que entramos a una habitación la cual parecía arreglada para una bebe, encaje, rosa y cosas cursis habidas y por haber. Ella tomo la carta que había dentro del buzón y sintió que debía leerla; Allí explicaba que su madre biológica había fallecido para salvarla de una oscuridad tremenda y que había cometido un error ya que cuando Liz cumpliera 18 años, un mar de catástrofes arrasaría con lo que hoy llamaríamos Planeta Tierra, en la carta también nombraba que en el mismo cuarto en el que nos encontrábamos, en la cuna había colgado una cadenita que le pertenecía a ella y que solo ella iba a poder tocar y cuando pasase eso iba a poder activar.

Nos dirigimos a la cuna y luego de que agarrase la cadenita lo único que puedo recordar es una luz blanca iluminando su cara y una especie de explosión que hizo que ambos voláramos directo al piso haciendo que nos desmayásemos enseguida, luego sin saber como estaba acostado en mi cama como si nada hubiese pasado.

Días mas tarde hablando sobre lo ocurrido ella tenia su cadenita puesta y comenzamos a reconsiderar la posibilidad extrema de la existencia de dicha magia así que esa tarde le dije que si era lo que eso quería, iríamos de nuevo a la casa y veríamos que era lo que estaba ocurriendo.

Cuando llegamos a la casa, por fuera seguía todo normal es por eso que nos adentramos sin problema alguno y sin miedo, pero cuando entramos notamos que solo por dentro estaba destruida, quemada y lo único que se lograba visualizar en perfecto estado era la puerta que llevaba al sótano.

Ella me miro y tan solo su mirada me condujo a llevarla para ver que ocurría ahí. Bajamos y vimos que la pared del fondo, la mas grande, conformada por ladrillos rojos y desgastados, salía una luz brillante de color blanco. Liz simplemente se acerco a la pared y comenzó a romperla, a sacar ladrillo a ladrillo, por supuesto yo la ayude; Ella sin miedo y yo un poco temeroso, logramos sacarlos todos y mientras una neblina y una luz blanca nos rodeaba y llenaba el cuarto oscuro de luz.

Por primera vez podía verla con miedo en los ojos así que tome su mano para hacerle sentir que ahí estaba con ella y que no estaba sola, cerramos los ojos fuertemente y al abrirlos estábamos en un castillo en ruinas, era sin dudas algo mágico, increíble y que jamas hubiésemos conocido ni en sueños.

Liz me miro y tenia su nariz ensangrentada, así que me acerque, se la limpie lentamente y cuando levantamos la vista vimos que una señora con un vestido azul y lleno de destellos se nos acercaba.

Con una voz dulce esta señora nos dijo que contaba la profecía que una niña de nombre Liz debería enfrentar sus peores demonios para poder realizar su misión, salvar a La Tierra y junto a ella se podía divisar un muchacho que la acompañaba en sus aventuras y la protegía con mucho valor y amor. Liz entendió que ese era su destino y que debía aceptarlo de una vez por todas. La señora se acerco a nosotros, acaricio la mejilla de Liz y se sonrieron cálidamente, luego se acerco a mi y sonriéndome con aire de apoyo me dijo que la protegiera con el arma mas fuerte que un ser vivo puede tener, el amor; Ella se acerco a mi frente y me dio u beso suave y maternal. Mientras esta señora misteriosa se alejaba a lo lejos, Liz me miro y convencida decidió emprender a un destino que no conocíamos ni en los mejores cuentos épicos y de fantasía.

Cuando llegamos al salón mas grande del castillo y allí, en ruinas, se divisaban cuatro pilares de cuarzo azulados, alrededor de ellos se podía notar un aura casi transparente que emanaba calor. Ella por primera vez tenia miedo, sin embargo tomo valor. Faltaba un día ara que ella cumpliera 18 años y, básicamente, que si todo esto era real, el Planeta Tierra desaparezca.

La mire atentamente y note su ceño fruncido, preocupación era lo que sentía, así que la tome de la mano y la lleve hasta el primer pilar…

Germinius - Parte 1

Ella, tan solo una niña. Una niña que no sabía quién realmente era, un fantasma vivo, un cuerpo sin alma, quizás ella solo estaba ahí, como quizás no. Su nombre, Iriel; De pelo negro, ojos oscuros, labios rojizos y piel blanca, con una mirada misteriosa, y una sonrisa que ocultaba mucho más que un simple dolor, ocultaba un universo de sentimientos y de emociones. Sensible pero luchadora. Siempre intentaba dar lo mejor de sí para salir adelante. Con tan solo 17 años de edad, había vivido una realidad que la había golpeado tan duro. La cegaba de las cosas buenas de su vida, como yo. Esta realidad fue la causante de que todo su poder saliera de ella. Y de eso trata esta historia…

Era un martes lluvioso, mi casa quedaba frente a la de ella y había mirado justo por la ventana como recibía un paquete, tal vez miraba siempre por la ventana para asegurarme que ella estuviese bien.  No sabía con exactitud que contenía el paquete, lo que si sabía era que ella estaba muy confundida, su mirada estaba perdida observando con detención dicho paquete y su pelo suelto rozaba su cara sin vida.

Cruce la calle, la mire, mire el paquete y lo tome con violencia impulsivamente, aun no sé porque reaccione así, tal vez solo temía lo peor, no se me cruzaba por la cabeza que dolor podría haber dentro del paquete, pero no podía permitir que algo misterioso y nuevo llegara a golpearla de nuevo. Con calma la senté conmigo en el primer escalón de la entrada de su casa, la lluvia caía con rapidez, nos tapaba el pequeño techo de la entrada. Abrí el paquete y de el saque una carta, el papel era color amarillento de los años que llevaba ahí, también saque una llave, tenía aspecto gastado y definitivamente era antigua, era pesada y de color cobre.

Abrí la carta despacio, con miedo a lo que podía encontrarme, Iriel me agarro del brazo y se asomó por sobre mi hombro, se había despertado esa curiosidad que me encantaba de ella. La carta tenía como título ‘’Querida Liz’’, y comenzamos a leer:



``Sé que nunca me creerás, sé que probablemente te confundirás y sé que terminaras por odiarme, pero perdóname hija tuve que salvarte. Si recibiste esto es porque estas por cumplir 18 años, y eso te da derecho a saber que tienes un poder enorme, algo magnifico que no podrás usar mucho.

Iban a matarte con la excusa de que si no morías una maldad caería en nuestro legado, pero eras mi hija, no podría matarte ni antes, ni ahora, ni nunca. Úsalo con mucho cuidado cuando debas, una travesía por el tiempo y espacio hará que puedas salvar al mundo que hoy llamas hogar. Pero hija, por favor, nunca olvides quien realmente eres.

Con amor, Mama ´´



Ella sintió algo dentro de sí misma, me lo hizo saber cuándo observo la carta con sus ojos negros llenos de lágrimas. Me miro y ahí comprendí, ella necesitaba que la llamen Liz, como si realmente supiera de que o quien estuviera hablando la carta.

Vimos de vuelta el sobre, ahí encontramos la dirección de donde había sido enviada. Me levante, le di la mano, y cuando la tuve frente mío la traje a mi pecho y  bese su frente que llegaba directo a mi boca. Por dentro pensaba ¿Qué más? ¿Qué más iba a pasarle a esta niña? Tan pequeña, tan indefensa.  Seque sus lágrimas y le ofrecí ir a mi casa para ver dónde quedaba la dirección.

La lluvia seguía cayendo por la ventana, y nosotros estábamos buscando por Internet una dirección misteriosa; Como si se tratase de la dirección de un local de comida rápida. Logramos encontrar algo, miramos la pantalla y allí figuraba una foto tomada por Google Maps; dicha foto mostraba una casa enorme, inmensa, con millones de árboles, un camino de por medio y un muro lleno de enredaderas con un enorme portón con rejas que llevaban un símbolo en grande. Inmediatamente nos percatamos de que era el mismo símbolo que tenía la llave de cobre. Como dije antes, ella era curiosa y aventurera, yo temeroso pero la quería proteger. Le insistí, le rogué y suplique que no vayamos a la casa. Pero ella además de todo eso era bastante terca, e iba a ir con o sin mí, preferí que fuera conmigo para que no esté sola y para cuidarla de que no le pasase nada. Y así fue como es que me metí en todo esto…