viernes, 13 de julio de 2018

Germinius - Parte 1

Ella, tan solo una niña. Una niña que no sabía quién realmente era, un fantasma vivo, un cuerpo sin alma, quizás ella solo estaba ahí, como quizás no. Su nombre, Iriel; De pelo negro, ojos oscuros, labios rojizos y piel blanca, con una mirada misteriosa, y una sonrisa que ocultaba mucho más que un simple dolor, ocultaba un universo de sentimientos y de emociones. Sensible pero luchadora. Siempre intentaba dar lo mejor de sí para salir adelante. Con tan solo 17 años de edad, había vivido una realidad que la había golpeado tan duro. La cegaba de las cosas buenas de su vida, como yo. Esta realidad fue la causante de que todo su poder saliera de ella. Y de eso trata esta historia…

Era un martes lluvioso, mi casa quedaba frente a la de ella y había mirado justo por la ventana como recibía un paquete, tal vez miraba siempre por la ventana para asegurarme que ella estuviese bien.  No sabía con exactitud que contenía el paquete, lo que si sabía era que ella estaba muy confundida, su mirada estaba perdida observando con detención dicho paquete y su pelo suelto rozaba su cara sin vida.

Cruce la calle, la mire, mire el paquete y lo tome con violencia impulsivamente, aun no sé porque reaccione así, tal vez solo temía lo peor, no se me cruzaba por la cabeza que dolor podría haber dentro del paquete, pero no podía permitir que algo misterioso y nuevo llegara a golpearla de nuevo. Con calma la senté conmigo en el primer escalón de la entrada de su casa, la lluvia caía con rapidez, nos tapaba el pequeño techo de la entrada. Abrí el paquete y de el saque una carta, el papel era color amarillento de los años que llevaba ahí, también saque una llave, tenía aspecto gastado y definitivamente era antigua, era pesada y de color cobre.

Abrí la carta despacio, con miedo a lo que podía encontrarme, Iriel me agarro del brazo y se asomó por sobre mi hombro, se había despertado esa curiosidad que me encantaba de ella. La carta tenía como título ‘’Querida Liz’’, y comenzamos a leer:



``Sé que nunca me creerás, sé que probablemente te confundirás y sé que terminaras por odiarme, pero perdóname hija tuve que salvarte. Si recibiste esto es porque estas por cumplir 18 años, y eso te da derecho a saber que tienes un poder enorme, algo magnifico que no podrás usar mucho.

Iban a matarte con la excusa de que si no morías una maldad caería en nuestro legado, pero eras mi hija, no podría matarte ni antes, ni ahora, ni nunca. Úsalo con mucho cuidado cuando debas, una travesía por el tiempo y espacio hará que puedas salvar al mundo que hoy llamas hogar. Pero hija, por favor, nunca olvides quien realmente eres.

Con amor, Mama ´´



Ella sintió algo dentro de sí misma, me lo hizo saber cuándo observo la carta con sus ojos negros llenos de lágrimas. Me miro y ahí comprendí, ella necesitaba que la llamen Liz, como si realmente supiera de que o quien estuviera hablando la carta.

Vimos de vuelta el sobre, ahí encontramos la dirección de donde había sido enviada. Me levante, le di la mano, y cuando la tuve frente mío la traje a mi pecho y  bese su frente que llegaba directo a mi boca. Por dentro pensaba ¿Qué más? ¿Qué más iba a pasarle a esta niña? Tan pequeña, tan indefensa.  Seque sus lágrimas y le ofrecí ir a mi casa para ver dónde quedaba la dirección.

La lluvia seguía cayendo por la ventana, y nosotros estábamos buscando por Internet una dirección misteriosa; Como si se tratase de la dirección de un local de comida rápida. Logramos encontrar algo, miramos la pantalla y allí figuraba una foto tomada por Google Maps; dicha foto mostraba una casa enorme, inmensa, con millones de árboles, un camino de por medio y un muro lleno de enredaderas con un enorme portón con rejas que llevaban un símbolo en grande. Inmediatamente nos percatamos de que era el mismo símbolo que tenía la llave de cobre. Como dije antes, ella era curiosa y aventurera, yo temeroso pero la quería proteger. Le insistí, le rogué y suplique que no vayamos a la casa. Pero ella además de todo eso era bastante terca, e iba a ir con o sin mí, preferí que fuera conmigo para que no esté sola y para cuidarla de que no le pasase nada. Y así fue como es que me metí en todo esto…

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